Tengo miedo. Vaya juego de supervivencia emocional esto de ser la mezcla heterogénea de tus platos rotos. Tenías cara de que no, y terminé siento la vajilla entera. Destruida. Tengo miedo porque hago demasiadas redundancias que no me gustan. O porque a menudo me da por sentirme sinónimo de sacrificio, pero en el fondo se que solo es porque vos lo quisiste así. ¿Y si mis avances solo son mentales? Imaginarios, como tus verdades. ¿Por qué hemos podido ver lo que juré por indestructible en pedazos? Da igual.
Tengo miedo. Porque se ha vuelto la excusa perfecta. O porque me he acostumbrado a mirar la realidad sin ateojos, para no verme. Para no verme siendo un rompecabezas lleno de piezas pegadas con cinta. Creo que no hay remedio. Que me volví color polo norte, que tengo el corazón a doble altura y sin escalera, que soy feliz incompleta y que mi próxima recomendación a alguien será: "No hace falta que me busques, porque yo me encuentro en vos.. Pero no te lo demuestro porque tengo miedo"
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¡SHH!