12/10/15
Solía asustarme mucho el mero hecho de odiar. Imaginar mi reacción al descubrir la indiferencia.
Yo siempre fui de soportar cosas y sentir pavor por mis propios sentimientos. Mirar a los ojos y no sentir absolutamente nada, ni empatía, ni odio, ni rencor. Simplemente nada. Era peor que mirar al vacío que te infunde temor, era como mirar a la más profunda oscuridad o a la más brillante luz. La ceguedad por un instante de los sentimientos, la nada de Michael Ende en estado puro.
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