J. Cortazar
30/6/15
28/6/15
Estamos tristes y es inevitable. Vamos por café para aguantar la noche, desvelarse triste es cosa de valientes. Estiramos los dedos y abrazamos la lluvia, ésta noche el cielo nos quiere ver volar. Esperamos con ansias nuestra canción favorita, y reventamos el cielo porque está a nuestro alcance. Movemos la cabeza hasta terminar mareados. Y todo parece mejorar, entonces sonreímos. Pero nosotros no sabemos ser felices como todos, es inevitable. No tenemos remedio.
21/6/15
14/6/15
"Entre las muchas maneras de combatir la nada, una de las mejores es sacar fotografías, actividad que debería enseñarse tempranamente a los niños pues exige disciplina, educación estética, buen ojo y dedos seguros”.
Fragmento del texto Las babas del diablo de Julio Cortázar
(Tomado del libro “Las armas secretas”, 1959)
13/6/15
11/6/15
Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma.
Y uno aprende que el amor no significa solamente lo físico.
Y que una compañía no significa seguridad, y uno empieza a aprender… Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno del mañana es demasiado inseguro para planes
5/6/15
Recuerdo cuando nuestras voces nunca subían de tono, cuando con una sonrisa o una mirada nos comprendíamos, cuando las lágrimas hablaban.
Recuerdo cuando nuestra vida era más fácil y nuestros problemas absurdos.
Recuerdo cuando contaba los minutos para verte y así poder explicarte todo lo que se me pasaba por la cabeza (que nunca ha sido poco) sin tener miedo de nada.
Recuerdo cuando un abrazo era toda la respuesta que necesitaba y toda la que obtenía, la precisión de ese abrazo en el espacio y en el tiempo que a veces echo de menos.
Recuerdo cuando tu sola presencia era el ungüento que curaba todas mis heridas.
Recuerdo que hay amores que han acabado por menos.
Y el nuestro no puede tener fin.
Recuerdo cuando nuestra vida era más fácil y nuestros problemas absurdos.
Recuerdo cuando contaba los minutos para verte y así poder explicarte todo lo que se me pasaba por la cabeza (que nunca ha sido poco) sin tener miedo de nada.
Recuerdo cuando un abrazo era toda la respuesta que necesitaba y toda la que obtenía, la precisión de ese abrazo en el espacio y en el tiempo que a veces echo de menos.
Recuerdo cuando tu sola presencia era el ungüento que curaba todas mis heridas.
Recuerdo que hay amores que han acabado por menos.
Y el nuestro no puede tener fin.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)