Si somos nosotros quienes ponemos el punto final a una relación es siempre por lo mismo: no tenemos suficiente de lo que sea.
Algo no nos alcanza.
Necesitamos más honestidad.
Más tiempo.
Más atención.
Más cariño.
Más paciencia.
Más calma.
Creemos que a pesar de cualquier vivencia o sentimiento nos una a esa persona tenemos que progresar, conseguir a alguien dispuesto a dar tanto como recibe.
Nuestra parte racional nos empuja: merecemos algo mejor.
Pero ¿Hay algo más importante que el amor? ¿O que al menos, nos llene tanto como él?

- Ya esta, no me importa. Ya sabés lo que tenés que hacer.
- Tirarme al mar y no respirar más.

Y pero si a vos te chupa un huevo

y yo me tengo que mover por vos

entonces sin buscar más palabras

andate

a

la

mierda.

Y entonces un día cualquiera te levantas y lo tenes claro. Ya no tenes esas dudas, ya está todo completamente aclarado. Hace dos días estabas como una histérica haciendote miles y miles de veces la misma pregunta. Pero eso ya se acabó, decidiste que es mejor dejarlo pasar, olvidar, que el tiempo te daría la respuesta. Y ahí está, tienes razón. Que al tiempo tiempo, y que por fín esa pregunta que pensabas que nunca podrías responder con claridad, ahora tiene una respuesta totalmente clara; No, ya no lo quiero, ya no me duermo pensando en él, ni me levanto con ganas de verlo, es más, me da igual lo que pase en su vida. Que le vaya bien en la vida, a ver si con suerte alguien lo vuelve a querer.